Existen dos tendencias importantes que confluyen en dar cabida a una adaptación laboral de nuestra vivienda. Ya se habla mucho de la probabilidad inminente que la vida laboral se prolongue hasta los 70 años, y por otro lado es manifiesta la tendencia a trabajar cada vez más desde casa. ¿Podría ser que cuando seamos personas mayores trabajemos todos los días en casa y que tengamos visitas y reuniones diarias que entren por la puerta principal o la puerta digital? Será conveniente, entonces, procurar que podamos separar el mundo laboral de nuestro mundo privado.
En el ámbito arquitectónico hay varios modelos que pueden suavizar el impacto de estas tendencias sobre nuestra vida privada. Un modelo conocido es el doble acceso, que es una adaptación laboral de la vivienda que permite desarrollar una actividad económica en casa sin que ésta interrumpa la vida privada. El acceso doble consiste en añadir una puerta ‘principal’ a la vivienda que da a un espacio auxiliar y más independiente (una habitación o varias) pero incluido en el entorno de la vivienda. Este espacio puede estar conectado con la vivienda por un acceso interior, pero no comparte recibidor para asegurar la independencia.
Además, el acceso doble a la vivienda facilita la incorporación de terceros en la vida diaria, haciendo referencia a asistencia médica o social de larga durada o continua, asegurando su independencia y privacidad. En este caso se podría contemplar la incorporación de servicios higiénicos mínimos en el espacio auxiliar.